Sector Hidrocarburos y cambio climático: el crecimiento sostenible

 

Noticia914 

Colombia enfrenta cuatro desafíos asociados a la sostenibilidad energética, aparentemente contradictorios: la cobertura y eficiencia en hogares e industrias, el mantenimiento o sustitución gradual de los ingresos de energéticos no renovables (petróleo o carbón), la reducción del costo de la energía y el cumplimiento de las metas de emisión de gases efecto invernadero.

 

¿Podría Colombia lograr estas metas aparentemente contradictorias?

 

1. Garantizar la seguridad energética, es decir el abastecimiento y generación suficiente de energía para la demanda de una economía en crecimiento de largo plazo. La seguridad energética implica contar con energía eléctrica y también la que permite garantizar la movilidad asociada al abastecimiento de combustibles o energía para la movilidad.

 

En el desafío de la pandemia, que coincidió con un reducido nivel de los embalses prendiendo las alarmas del sector, mostró lo vital de una cobertura basada en diversas fuentes de generación, basadas hasta ahora en hidroenergía y las termoeléctricas (50% y 50% en 2020). Si bien en un principio las termoeléctricas fueron planteadas para el funcionamiento con gas, la reducción de las reservas, la situación de precios internacionales y la devaluación del peso encarecieron el costo de esta fuente llevando a las empresas a sustituirla por carbón siendo hoy un 50% de su insumo para generación.

 

Con la meta de pasar de 1% a 12% de la matriz energética en 2022 con fuentes de energía renovable, se incorpora una tercera gran fuente de diversificación, que está en pleno proceso de inversión.

 

En este momento, además de superar los desafíos en los proyectos hídricos y concluir los asociados a energías renovables, el principal desafío del sector está asociado al abastecimiento de gas.

 

Otra de las circunstancias asociadas a la seguridad energética es la asociada a los combustibles, donde el consumo de gasolina y diésel representan la mayor contribución a la generación de gases efecto invernadero.

 

El gas cuenta con la característica de ser menor generador de emisiones CO2 respecto al Diésel o la Gasolina y hace viable una sustitución a manera de transición o en segmentos donde resultaría por el momento costoso el paso a la movilidad eléctrica. Se plantea entonces un crecimiento de la demanda de este combustible, base de la transición energética para el sector transporte, la generación térmica y las industrias.

 

La oferta de gas en el país se ha reducido por cuenta de la menor exploración para aumentar las reservas, con acciones e inversiones en proceso para garantizar el abastecimiento importado para el corto plazo, pero con el desafío de garantizar una oferta suficiente y lograr exportar en los años venideros, dado el potencial de producción local basado en el desarrollo de nuevas fuentes.

 

Finalmente está la movilidad inteligente, política que cuenta ya con un documento CONPES de este año y que abarca un cambio estructural para lograr una reducción en el número de viajes de la economía y en consecuencia de las emisiones asociadas al uso de combustibles en el transporte.

 

2. Reducir el costo de la energía, El costo de la energía no es una problemática menor, pues representa entre el 3% y el 35% del consumo intermedio dependiendo del sector y comparado internacionalmente, resulta superior al que registran Estados Unidos, Brasil, Corea del Sur, India, China o Argentina. Una energía costosa implica menor competitividad para nuestros productos y por lo tanto menores ingresos y empleos, así como mayores tarifas de servicio de energía en los hogares.

 

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Fuente: portal statista. https://es.statista.com/estadisticas/635212/precios-de-la-electricidad-en-determinados-paises/

 

En este sentido la meta del Ministerio de Minas y Energía es reducir en 30% la tarifa, por Kw/h, meta en la cual convergen las energías renovables, que reducen el costo de generación sustantivamente, aunque también implican inversiones iniciales de todos los actores del sector que van desde el cambio en los medidores hasta inversiones en reconversión tecnológica, o las asociadas a la instalación de microrredes, entre otros.

 

3. Garantizar una fuente de ingresos comparable con los ingresos petroleros, que representan el 1,5% del PIB, cerca de 15 billones de pesos anuales en 2019. Este es el principal desafío, pues estos ingresos son parte del presupuesto de la nación y las regalías, que financian programas del plan de desarrollo nacional y los proyectos regionales por todo el país.

 

Los ingresos petroleros de 3 años, por ejemplo, equivalen al presupuesto total de las autopistas 4G o al presupuesto del sector educación en un año, que financia la asistencia de 7,7 millones de alumnos sólo en el sector oficial, al menos 300 mil personas entre docentes y administrativos o el funcionamiento de 47 mil sedes oficiales además de otros gastos y grupos de cobertura en el sector educativo.

 

Colombia hace parte del mercado petrolero global, que ha registrado en los últimos diez años un crecimiento sin precedentes y donde para mantener su pequeña participación requiere aumentar su volumen de producción, que actualmente se encuentra en torno a los 750 mil barriles diarios.

 

4. Cumplir con los compromisos del acuerdo de París. Colombia genera el 0,3% de las emisiones de CO2 a nivel global y se fijó en este acuerdo la reducción del 20% de los gases efecto invernadero.

 

Según el Plan Energético Nacional publicado este año, el país puede reducir la emisión de gases en 2050 de 138 a 97 millones de toneladas si aplica un programa continuo de ahorros energéticos en los sectores de transporte, residencial e industria. Se han planteado escenarios mas ambiciosos para llegar a 72 millones de toneladas si se logra un cambio en el sector transporte de pasajeros privado a público a nivel urbano y mejoras adicionales en los sectores residencial e industrial.

 

En atención a este plan, el país avanza en la transformación de su matriz energética incluyendo el 12% de energías renovables.

 

En segundo lugar, plantea un programa que incluye a todos los sectores en la sustitución energética, en particular al transporte, que registra su mayor consumo de energía en el transporte de pasajeros (64%).

 

En Colombia el transporte representa el 43% de consumo final de energía, seguido del 24% por la industria, el 22% residencial y el 6% del sector terciario y finalmente el 5% del agro.

 

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El Plan energético Nacional estima que el país puede reducir en 30% el consumo total de energía, en un proceso de sustitución que incorpora a todos los sectores: transporte, industria, residencial, agropecuario y comercial.

 

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                                  Fuente: Minenergía.

 

 

Cúal es entonces el crecimiento sostenible?

 

El país puede cumplir con estos cuatro grandes desafíos, inseparables, si se socializan y acogen unos consensos que permitirán cumplir con las metas y aspiraciones de los ciudadanos.

 

Consolidando los programas de movilidad inteligente y energías renovables, se realiza la primera contribución a la reducción de gases efecto invernadero. Llevando a cabo la sustitución energética en el transporte con fuentes de menor generación y costo eficiente mientras bajan los costos medios de los vehículos eléctricos, se alcanzan las metas planteadas en el acuerdo de París.

 

La mayor carga de generación de gases de efecto invernadero está en las economías más grandes y sólo cuando estas ajusten su demanda de combustibles fósiles se dará el cambio de tendencia en las cifras, un proceso que de acuerdo con las proyecciones de los organismos internacionales de energía, puede tardar más de dos décadas. Sólo en Europa, el porcentaje de adopción de energías renovables asociadas a movilidad eléctrica no supera el 8% en los países con mayor avance.

 

Teniendo en cuenta que nuestro país financia parte de su desarrollo con los ingresos petroleros, requiere aumentar la escala de producción con las fuentes y tecnologías que, además de contar con el sustento técnico y el proceso de pilotos que se encuentra en nuestro país, han sido ya validadas en países como Argentina o llevan tiempo de aplicación en Estados Unidos y otros países, con el apoyo de diversas tendencias políticas.

 

Pero como este ingreso no será para siempre, debería contarse con un acuerdo nacional enfocado a que estos ingresos se orienten de manera permanente a mejorar la calidad de la educación pública y promover el emprendimiento de alto valor agregado, a fin de generar una masa crítica de profesionales y empresas exportadoras que permita sustituir bienes primarios por otros de mayor contenido de valor agregado, generando nuevas fuentes de ingreso.

 

Otra propuesta que debería acordarse en torno a los ingresos petroleros es la financiación a los programas de sustitución energética en el transporte, con incentivos y financiación para los mayores contaminantes como el transporte de carga y urbano o las industrias, entre otros.

 

Una tercera propuesta estaría basada en el apoyo al sector agrícola para la adopción gradual pero extendida de biofertilizantes y todas las prácticas agrícolas que permitan contribuir a la reducción de emisiones de CO2 y el mejoramiento de la calidad del suelo.

 

Esto se lograría con un programa de asistencia técnica que emplearía a miles de personas y que garantizaría la incorporación con los mejores estándares de estos productos o procesos productivos.

 

Estas además de otras acciones de intervención directa en torno a la conservación de áreas protegidas, el control de la deforestación o la siembra de árboles.

 

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