Sectorial de la semana
Sector energético y cambio climático, el caso de Colombia
Los países en desarrollo viven la paradoja de contar con importantes activos en términos de fuentes de energías renovables y no renovables. En las primeras está el acervo hídrico, su biodiversidad y un potencial importante en generación de energía eólica, solar, biomasa y geotérmica y en las segundas está el carbón y el petróleo, que se exportan a los mercados mundiales.
¿Cómo se prepara Colombia para los cambios en la matriz energética global?
En el mercado mundial, el consumo de energía a partir de fuentes no renovables se concentra en los países más grandes, siendo también los mayores productores de emisiones de carbono.
Por los indicadores y las realidades que se perciben en el día a día de las personas en torno al cambio climático, poblaciones e instituciones en muchas partes del mundo convergen en la exigencia de medidas para reducir la generación de energía con fuentes contaminantes y promover y consolidar el uso de energías renovables.
La realidad de las cifras y los movimientos de presión comienzan a dar resultados en términos de medidas concretas por parte de los estados, que han asumido retos de control a la emisión de gases efecto invernadero.
Cada país cuenta con recursos, acervos y posibilidades de impacto en las cifras agregadas del efecto invernadero. Nuestros países cuentan el activo de biodiversidad, aportando a la producción de oxígeno y agua a nivel global como ninguna otra región en el planeta. Adicionalmente, nuestra contribución a la generación de gases efecto invernadero es mínima gracias a la importancia de nuestras fuentes hídricas en la generación de energía. Con el avance de las fuentes renovables en todo el mundo y las restricciones al uso de combustibles fósiles estos activos se valoran cada día más, pero aún no se reflejan en recursos para los países que los poseemos.
El mercado de emisiones es un mercado en construcción, con precios que se forman a partir de las restricciones en los pactos del clima y las normativas impuestas para la reducción del consumo de combustibles fósiles en los países desarrollados. Es el caso de Alemania, que anunció a mediados de septiembre la meta de generar a 2030 el 65% de su energía a partir de fuentes renovables, con una inversión en 54 mil millones de euros en 4 años, cifra que significa el 0,3% del PIB de este país. Crea un impuesto a la emisión de dióxido de carbono y el fomento a la generación de transporte eléctrico, férreo y medidas regulatorias para el uso de combustibles en el transporte aéreo.
Estas medidas, que continuarán produciéndose en el futuro, aumentarán el precio de las emisiones de carbono en el mercado y la producción de energía con combustibles fósiles aumentará sus costos, desestimulando su uso y haciendo viable un consumo cada vez mayor de energías renovables. Estos cambios ya se están observando en el carbón, por cuenta de su drástica reducción del consumo en China y la sustitución que se está gestando con el paso del tiempo por otras fuentes de generación.
Nuestro país enfrenta varios desafíos. En este momento las exportaciones de petróleo y carbón son parte vital de los ingresos de divisas y financiadores importantes del gasto del gobierno. Después de la crisis de precios del petróleo los países productores como el nuestro aumentaron su capacidad de producción para mantenerse en el mercado que presentó cambios estructurales de gran importancia (ascenso de Estados Unidos como primer productor global, nuevas tecnologías de extracción, entre otros) y compensar el fuerte ajuste en el precio. Esta tendencia continúa en el mediano plazo como una manera de defenderse ante los ciclos de precios. Para nuestro país los ingresos provenientes del petróleo representan el 10% de los ingresos del gobierno nacional central y el 40% de nuestros ingresos de exportación.
Varios estudios pronostican que las restricciones normativas y el giro de los países desarrollados hacia el consumo de renovables y la electro-movilidad podrían en los próximos 25 años generar una menor demanda de petróleo y ya está afectando el consumo de carbón.
Como lo es para los países desarrollados un desafío a 20 o 30 años reducir drásticamente su consumo de combustibles fósiles, para los nuestros, productores de estas materias primas es un imperativo de política pública desarrollar sus sustitutos y aunque cuenta la producción y consumo locales el aporte no es tan grande porque somos un país pequeño. Nuestro desafío está en la generación de nuevas fuentes de ingresos de exportación basadas en energías renovables.
Un avance que se trabaja en el país hace varios años es el de las exportaciones de energía de nuestras hidroeléctricas, con infraestructuras y estrategias de largo aliento. Pero la consolidación de nuestra participación en los mercados de energía y la valoración y construcción de una cadena de valor en torno a los activos de la biodiversidad si están en un incipiente grado de desarrollo y son una prioridad en los planes de desarrollo, las normas y las acciones institucionales del futuro, pues de su cuidado dependerán, no sólo nuestros ingresos y desarrollo sino el futuro del planeta.
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