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Este artículo, que escribimos en 2014, cobra vigencia en medio de la construcción de sociedad de las prioridades de inversión para contribuir al proceso de descarbonización. Hoy Colombia ha avanzado en el estudio del impacto y proyecciones en el tema de reforestación, identificándola como la inversión del país que tendría mayor contribución al cambio climático global, con una contribución mucho mayor que cualquier otra política de reducción de emisiones de CO2 y metano.

 

 3 inversiones estratégicas frente al cambio climático

El DNP estima que el cambio climático generará en la economía colombiana una pérdida anual del PIB del 0,49%  hasta finales de siglo. Esto equivale a tener cada cuatro años las pérdidas generadas por un fenómeno de la niña. De no tomar medidas, se reducirá la capacidad de consumo de los hogares, afectando la producción local. Los sectores que recibirían con mayor fuerza el impacto del cambio climático serán la ganadería, la agricultura, la pesca y el transporte, que tendrían pérdidas agregadas en su producción. 

El cambio climático es producido por la forma en que consumimos y producimos, es el presente. Mitigar sus impactos es hoy una acción de supervivencia para las empresas agrícolas e industriales e implica decisiones para los consumidores. Presentamos 3 inversiones estratégicas para un presente llevadero y un futuro sostenible.

1. El suelo. El suelo es el espacio donde se producen alimentos y habitan las personas. En la agricultura, recuperar la calidad del suelo, es un negocio rentable y sostenible. El mayor uso de fertilizantes orgánicos mezclados con cada vez menos inorgánicos permite recuperar las propiedades del suelo, aumenta el rendimiento de los cultivos y la calidad del producto. Los agricultores que previenen los efectos del cambio climático enfocan sus inversiones en tres áreas que se refuerzan entre sí:

  1. La adecuación de la tierra
  2. El uso semillas
  3. La fertilización del suelo

Invertir en la preparación y rotación del terreno. Uno de los retos del cambio climático es que este trae consigo la pérdida de carbono, lo que degrada la tierra, por eso los cuidados en la preparación del terreno se están incrementando y exigen acciones técnicas para retener el suelo y evitar la erosión; palabras y operaciones como drenaje superficial, presas filtrantes, cortinas rompevientos, terrazas, y cultivos de contorno, entre otros, entran a hacer parte del lenguaje del campo y de las labores normales agrícolas.

 Las semillas son una inversión que se mueve en torno a la calidad, manifiesta en la germinación, la calidad física y el contenido de humedad. La Organización de las Naciones Unidas p 3 inversiones estratégicas frente al cambio climático ssara la Alimentación y la Agricultura (FAO) desarrolló el esquema de Semillas de Calidad Declarada (QDS) que brinda las normas mínimas de calidad que deben contener las semillas que siembran los agricultores.

Fertilización del suelo. Una adecuada aplicación de fertilizantes que nutran los cultivos mejora la productividad. Invertir en la producción mediante la utilización sostenible y eficiente de abonos orgánicos y biofertilizantes y la necesidad de invertir en investigación y desarrollo para el manejo y el aprovechamiento de los residuos orgánicos en el país, pues éstos son un acondicionador natural de los suelos que mejoran sus propiedades y activan el proceso nutritivo de las plantas.

El uso y planeación del suelo urbano

Datos de la Organización de Naciones Unidas revelan que las ciudades son responsables por el 75% del consumo mundial de energía y por el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero, un porcentaje que tiende a aumentar, ya que la proporción de la población mundial que habita las ciudades aumentará en un 60% para el año 2025 y un 70% para el 2050[1].  La planeación adecuada del suelo urbano, en torno al balance de áreas de construcción y espacio público y naturaleza, así como la disposición de las construcciones en torno al ahorro de agua y la producción de energías limpias y manejo de los residuos, son los principales aspectos.

2. El agua. El uso poco racional del agua merma su disponibilidad en el futuro. La contaminación de las fuentes hídricas, y la evaporación causada por el efecto invernadero atentan contra la disponibilidad del agua para consumo humano y la producción de alimentos en el futuro.

La declaración de Rio-20 señala que es necesario diseñar e implementar políticas integrales e integradas que tengan en cuenta el ciclo del agua y la adaptación al cambio climático, incluida aspectos como el acceso y saneamiento, la gestión de la demanda de agua, el consumo eficiente de los recursos, orientada al riesgo y el uso y la gestión del agua de lluvia, la conservación y restauración de los recursos hídricos, el uso de la tierra y planificación urbana en torno a los espacios del agua.

3. El Aire. La generación de energías limpias, el reciclaje, la reducción de la quema de combustibles fósiles por medio del aprovechamiento de los residuos producidos en fábricas, comercios y hogares son inversiones que contribuyen a mejorar la calidad del aire y el calentamiento global derivado del efecto invernadero.

La generación de energía limpia es una inversión segura frente al cambio climático. Los países como Colombia generamos gran parte de nuestra energía en hidroeléctricas, por lo que es energía limpia.

Sin embargo, el transporte a base de gasolina y la quema de residuos sólidos en los botaderos y procesos industriales, son factores que conducen a la liberación de dióxido de carbono; gas que al fusionarse con otros concentra la radiación solar cerca de la superficie terrestre, generando el efecto invernadero y el calentamiento global.

Los desechos orgánicos aprovechados para la generación de energía, por ejemplo, permiten la menor quema de las basuras en los botaderos y la menor generación de gases tóxicos, por lo que es una buena inversión promover el consumo de energía generada en estas fuentes.

Los hogares aportan el 38% de los residuos sólidos que se depositan en el relleno sanitario para luego ser quemados. Esta cifra de Bogotá muestra el impacto que los hogares pueden tener en el calentamiento global. Separar la basura en las casas, privilegiar el uso de empaques biodegradables, economizar el agua en la casa, comprar solo lo que se necesita en todos los bienes de consumo, son inversiones claves para generar menos residuos y mejorar la calidad del aire de las actuales y futuras generaciones. Privilegiar el consumo de artículos biodegradables y producto del aprovechamiento hacen de los consumidores actores importantes frente al cambio climático.

La promoción de normas que permitan incorporar y financiar el proceso de aprovechamiento de los residuos. La formulación y aplicación de las normas que permitan llevar a cabo los procesos de sensibilización y reglamentos para la cultura del reciclaje son importantes, así como la generación de incentivos a la separación en la fuente y la financiación de esquemas de aprovechamiento de residuos sólidos y la producción de bienes que retornen a la cadena del consumo en vez de ir al botadero.

El estímulo a la producción con materias primas biodegradables desincentivando el uso de insumos que tengan los períodos más largos de biodegradación.

La declaración de Rio+20, hizo énfasis en varios aspectos en torno al cambio climático, entre los que se destacan:

Promoción al turismo sostenible, que optimiza el uso de los recursos naturales, ayuda a la conservación del patrimonio natural y cultural, la biodiversidad, los valores tradicionales y garantiza las operaciones económicas que proporcionan beneficios socioeconómicos a largo plazo, oportunidades de empleo, la mitigación de la pobreza local, social servicios a las comunidades locales y permiten el desarrollo de infraestructura y servicios eficientes que no repercuten en el medio ambiente.

Promoción a sistemas de transporte más ecológicos y de bajo carbono y ampliar la movilidad, que apoyen el desarrollo sostenible de la comunidad, al reducir el tiempo de transporte y promover los sistemas de transporte respetuosos con el medio ambiente, como las bicicletas y vehículos eléctricos, entre otros.

Desarrollar políticas que promuevan la contratación pública de bienes con baja huella de carbono, y promover la adopción del etiquetado internacional limpio y transparente que indique el origen, el modo de producción y la huella ecológica de los productos.

 

3 inversiones estratégicas frente al cambio climático